viernes, 4 de julio de 2008

Metodología: Lectura Veloz

Igual que el personaje del “Correcaminos”, que cruzaba el desierto de EE.UU. para escapar del Coyote, a un lector rápido nada lo detiene. Es justamente esta velocidad lo que le permite concentrarse en comprender lo que está leyendo en vez de enfocarse casi por entero a decodificar.

Por María Angélica Pérez / Periodista

A partir de segundo básico, en el Colegio San Joaquín de Renca –establecimiento particular subvencionado gratuito con más de 500 alumnos- se mide la velocidad lectora. Su directora, Ximena Torres Rodríguez, explica que se realizan tres evaluaciones al año: en abril, agosto y diciembre, siempre con textos adecuados al nivel de lectura del curso.
Al niño se le entrega un material de lectura absolutamente desconocido para él. Luego, se le pide que lea lo más rápido posible y sin equivocarse durante un minuto. El evaluador tiene en sus manos el mismo texto con el número de palabras correspondientes.
“Para realizar estas mediciones utilizamos una escala española que indica cuántas palabras debe poder leer un niño por minuto. No nos sentimos satisfechos ni tranquilos si un alumno queda en el nivel que corresponde a su curso, pero en la categoría lento o muy lento –explica Ximena Torres-. Lo que nosotros pretendemos es que el 80% de nuestros alumnos tenga resultados de la media alta hacia arriba”.
Con ese propósito, los profesores de este colegio realizan planes de trabajo con los apoderados motivándolos a ser un apoyo en esta tarea. Por ejemplo, les piden que firmen un calendario todos los días donde aseguran haber escuchado a su hijo leer en voz alta entre 15 y 20 minutos.De acuerdo a los investigadores Graves, Juel y Graves –en el libro “Enseñando a Leer en el Siglo XXI” (2006)- hay ciertas máximas comunes para trabajar la velocidad lectora:
Es vital que los alumnos lean con mucha frecuencia. En esta línea, docentes como Catherine Snow, de la Universidad de Harvard, declaran que lo que más importa es incentivarlos a leer más en el colegio y en sus hogares.
Los enfoques efectivos para mejorar la fluidez lectora –que se caracteriza por velocidad en el reconocimiento de las palabras (generalmente medido en palabras por minuto), precisión en el reconocimiento de palabras y expresión o prosodia apropiadas se basan en la lectura repetitiva del mismo material. Efectivamente, hay estudios que demuestran que cuando un lector practica un pasaje repetidamente, su fluidez lectora mejora en el pasaje practicado y también en lecturas que aún no ha leído.

IMPACTO EN LA COMPRENSIÓN

Pero, ¿por qué es tan importante que los niños aprendan a leer con rapidez? Tal como explican Andrea Rolla, doctora en Educación de la Universidad de Harvard y Mercedes Rivadeneira, Master en Políticas Internacionales de Educación de esa misma institución, “el desarrollo de la velocidad de lectura o de la automaticidad en el reconocimiento de las palabras permite al alumno concentrarse más en comprender lo que está leyendo en vez de enfocarse casi por entero a decodificar”.
De acuerdo a los investigadores La Berge y Samuels, citados en el libro “Enseñando a Leer en el Siglo XXI”, de Graves, Juel y Graves (2006), la capacidad de la mente para procesar información es limitada y sólo podemos atender a una cosa a la vez. Sin embargo, la lectura nos exige poner atención sobre múltiples aspectos: decodificar, procesar, comprender, etc. En consecuencia, para poder dedicar más atención y energía a la labor de comprender el sentido del texto, es necesario transformar el reconocimiento de palabras en un proceso automático, un proceso que no necesite atención consciente del sujeto para ser realizado.
«Es vital diseñar un plan de trabajo para desarrollar la fluidez en nuestros alumnos. La evaluación de la velocidad al leer es clave», Mercedes Rivadeneira, Master en Políticas Internacionales de Educación de la Universidad de Harvard
Una pregunta que a veces ronda entre los profesores es: ¿cuánto tiempo deberían dedicar para trabajar la velocidad lectora de sus alumnos?
Mercedes Rivadeneira asegura que entre primero y tercero básico los estudiantes debieran dedicar al menos 20 minutos diarios a actividades que desarrollen la fluidez lectora, para lo cual deben centrar sus esfuerzos en la enseñanza de los tres elementos propios de la fluidez: velocidad en el reconocimiento de las palabras (generalmente medido en palabras por minuto), precisión en el reconocimiento de palabras y expresión o prosodia apropiadas.
Además, es importante preocuparse de evaluar cuánto avanzan los alumnos. En relación con este punto, los investigadores Vaughn y Linan Thompson, en el libro “Metodologías en la Enseñanza de Lectura, desde Kinder a Tercero Básico” (2004), afirman que al menos dos veces al mes, el profesor debiera tomar la velocidad lectora de sus alumnos.
Una de las maneras más efectivas para medir la velocidad y precisión de lectura es la llamada “Medición Basada en el Currículum”, que fue desarrollada por Stanley Deno, académico de la Universidad de Minnesota, en 1985. “El procedimiento es individual, pero sencillo y rápido. Básicamente se selecciona un texto corto y apropiado para el grado del alumno que se evaluará y se le pide que lea ese texto fuerte durante un minuto –explican Andrea Rolla y Mercedes Rivadeneira-. Mientras el alumno lee, el profesor toma nota de los errores y descuenta el número de estos del total de palabras leídas, lo que dará como resultado la velocidad lectora del alumno. Además, puede calcular la precisión dividiendo el número de palabras leídas correctamente por el total de palabras leídas”.
Según la escala que utilizan en el Colegio San Joaquín para evaluar a los estudiantes, si un niño en segundo básico lee entre 74 y 83 palabras por minuto está en la categoría de lectura "rápida"; si excede las 84 palabras significa que es "muy rápido"; si lee entre 64 y 73 palabras está en la categoría "media alta"; entre 54 y 63 en la categoría "media baja"; entre 43 y 53 ya es "lento" y si apenas logra leer 42 palabras es "muy lento".

CÓMO EVALUAR LA LECTURA EN SILENCIO

Pero también es posible calcular la rapidez con que un alumno lee en silencio. Para realizar esto, se puede recurrir a Beers, K. (2003) y su libro: “Cuando los Niños no Pueden Leer: Lo que un Profesor Puede Hacer”. Allí se detallan los tres pasos siguientes:- Elegir un libro que corresponda al nivel de lectura independiente del alumno y entregarle algo de información previa sobre el texto, haciéndole un breve resumen oral del contenido. Luego, hacer que lea el libro en silencio.
- Tomarle el tiempo durante un minuto. Al final del minuto hacer que el deje de leer y cuente el número de palabras que fueron leídas en un minuto. Repetir esto dos veces más.
- Sumar los tres números y dividir por tres. Eso le dará el promedio de velocidad de lectura en silencio. Por ejemplo: si el la primera vez leyó 56 palabras por minuto, la segunda vez lee 58 palabras por minuto y la tercera vez lee 60 palabras por minuto, el promedio de velocidad de lectura en silencio será: 58 palabras por minuto, ya que :56+ 58 + 60= 174/3 =58.
Sin embargo, siempre hay que asegurarse de hacer algunas preguntas generales sobre lo que se ha leído. Si el estudiante no puede contestar preguntas que el profesor considera que él debiera contestar después de leerse el pasaje, entonces el promedio de velocidad de lectura que el profesor sacó no es muy informativo del nivel de lectura del alumno.
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